Se tienes niños y niñas a tu cargo, Casa Lourán es sin duda, un destino lleno de maravillas para descubrir, un contorno cargado de estímulos donde saborear la libertad de la aldea.
La visita a nuestra granja, recoger los huevos de nuestras gallinas y darle de comer a los animales se puede convertir en el mejor parque de atracciones para vuestros hijos.
Los olores, la leña, la piedra, la tierra... los objetos que con tanto cariño sobrevivieron hasta nuestros días, las comidas, la magia del colectivo, la unión con la naturaleza... son muchas las sensaciones que la persona que visita Casa Lourán puede vivir en forma de recuerdo.
'Me recuerda a la casa de la abuela', 'ay... este olor a humo', 'el sabor de la leche...', son palabras habituales que simbolizan la melancolía y el gozo de trasladarse a un tiempo que decorría sin prisas, que nos conecta con la esencia de la vida misma.
El hogar, centro de la casa gallega. Alrededor del hogar fluía la vida toda. En el hogar se cocinaba y se comía, en el hogar se hablaba, en el hogar se contaban cuentos, de miedo o de risa, daba igual, en el hogar se cantaba, se jugaba, se soñaba. El hogar daba calor al existir de las personas.
En nuestra casa, el hogar sigue siendo lugar de encuentro, el fuego preside nuestro salón en cualquier estación del año cuando la meteorología acompaña.
El fuego en nuestra casa asa castañas en otoño, seca las botas después de un día de lluvia, acompaña conversaciones. El fuego no es un elemento decorativo, que también, pero el fuego en Casa Lourán está lleno de vida.
El placer de la conversación, o el placer del silencio; el placer del paseo o el placer del descanso; el placer de la aventura o el placer de la lectura.
Son muchos y variados los placeres que se pueden encontrar en un contorno donde los tiempos escapan de las prisas y los espacios son verdes y llenos de vida.
Tumbarse en la hamaca a escuchar los pajaritos, conversar en compañía en el cenador con vistas a la huerta o hacer fuego en el lar son algunos de los placeres que nos da la sencillez de la vida.
El gran placer de andar sin prisa, el paseo, el recorrer de los caminos que te llevan a humildes destinos capaces de sumergirte en el más sencillo de los placeres.
Desde nuestra casa podrás bajar al río do Canedo, visitar el molino de Lourán, un lugar lleno de encanto, pilar de la economía agraria de otros tiempos o llegar a la Capilla de la Ascensión ubicada en la Sierra da Loba desde donde se puede ver una hermosa panorámica del Val de Xestoso.
Durante los paseos podremos encontrar distintas muestras de fauna autóctona, avistar pájaros, cruzar prados rodeados de setos, cruzar viejos puentes o introducirnos en frondosos bosques.
Para apreciar la hermosura de un cielo estrellado no es necesario ser un gran especialista en astronomía. Lluvia de estrellas, la luna, los planetas visibles o las constelaciones se dejan ver en cielos alejados de las ciudades como un regalo que nos da sosiego e inspiración.
Los paisajes de un firmamento guardan un montón de sorpresas dentro de la inmensidad del cielo con solo alzar nuestra vista.
La contaminación lumínica es mínima en el cielo de nuestra casa, cada noche, cada fenómeno meteorológico, se puede convertir en un espectáculo maravilloso.
Mención aparte merecen las lágrimas de San Lorenzo en agosto que llenan el cielo de nuestra casa de estrellas fugaces por las que puedes pedir un deseo.
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Esto ha sido obra de Sr. Concejo